miércoles, octubre 17, 2007

Una nueva etapa laboral


Para los que no estéis al tanto de mi situación laboral, os pongo en antecedentes:
En julio pedí a mi gerente de Indra que me cambiase de proyecto. No es que Técnica de Sistemas BBVA (Tres Cantos) no fuera un buen sitio para estar (de hecho la gente es genial, y se está muy bien allí), pero siempre he querido enfocar mi carrera profesional al desarrollo, y poco quedaba por desarrollar allí.
Tres días después me surgió una oferta de trabajo en Cap Gemini bastante interesante (a priori), más pasta, mejores condiciones, y algún que otro beneficio social. Llegados a este punto, le comuniqué mi intención de marcharme de Indra a mi gerente, quien se puso manos a la obra para buscarme un proyecto de inmediato, y zás, lo encontró. La idea era pasarme a un proyecto en el que desarrollaría software orientado a la web, con Java, UML y todas esas cositas molonas. Me hicieron una contraoferta, y tras mucho meditar (quienes me conocen saben lo mucho que me costó tomar esta decisión). Pactamos un incremento salarial en enero, y un bono en septiembre / octubre, además del cambio de proyecto durante el resto del año. Todo esto de viva voz, y por teléfono. Pusieron muchos inconvenientes en dármelo por escrito, así que en ningún momento he tenido pleno convencimiento de que fuesen a cumplir su palabra...

Han pasado los meses, y no he visto ni un solo movimiento para cumplir lo pactado. No vino ningún sustituto a mi puesto, y el único candidato se ¿¿rompió una pierna??, por lo que no pudo venir ni a hacer la entrevista... parecía que no había ninguna otra persona en el mundo que pudiera venir a sustituirme salvo el desgraciadamente lesionado... así que me surgió otra oportunidad fuera de allí, y no dejé pasar. ¡Que empiece el show!


Después de negociar las condiciones con una empresa llamada Digitex, e informarme de cuál sería el cliente en el que trabajaría (todo esto con una serie de entrevistas rápidas y muy informales), firmé el contrato, y salí corriendo de Indra, eso si, no sin antes hablar con el director comercial, quien me aseguró que la puerta de la compañía seguirá abierta para mi, y culpó a Indra de no saber fidelizarme. El lunes pasado empecé mi andadura en Digitex (quien me pagará en adelante), y Amper Programas (donde sentaré mi culo en los próximos ¿días? ¿semanas? ¿meses? ¿años?).

Ya son tres los días que llevo en mi nuevo puesto de trabajo, y me han pasado pocas y a la vez muchas cosas por aquí. Unas buenas, otras malas, y otras aun peores, pero ¡no siempre se puede tener todo en esta vida! ¿o si?

Mi responsable parece un tío majo. Viste un tanto desacorde a su posición, pero siempre he estado en contra de los tópicos sobre el aspecto en el trabajo, así que tampoco creo que eso sea nada malo. Simplemente "raro". Su jefe es un "hombre tranquilo". Parece joven, y da algunos paseos por los pasillos. En la entrevista me trató bien, aunque me dió bastante estopa (fue una entrevista un tanto completita).


Me entregaron una tarjeta para fichar (eso que no falte!), pero de momento no vale más que para eso. Parece ser que se toman muy en seio el tema del horario, así que si llegas cinco minutos tarde, sales cinco minutos después, y te evitas problemas a final de mes. Todas las puertas (¡todas!) requieren acceso con tarjeta y código numérico, y la mía aún no tiene acceso, así que, si quiero ir al WC, a fumar, a tomar un café, a cualquier otra sala, o incluso al entrar por la mañana y al medio día, dependo de que otras personas me abran las puertas. Por desgracia a veces los pasillos están vacíos, y me toca esperar como un indigente a que alguien pase... un tanto surrealista, la verdad.

De momento me han prestado un ordenador portátil, desde el que estoy escribiendo estas líneas en este momento. No tengo conexión de red, así que me toca grabarlo en una memoria flash, para publicarlo luego desde casa. En el portátil hay una aplicación de simulación de guerra, que me han dicho que pruebe, y le eche un vistazo, pues tengo que hacer algunas modificaciones en la misma. Ayer estuve tooodo el día probandola y, ya harto, no pude hacer otra cosa que ver los pueblos de Asturias en la reducida cartografía que tiene la aplicación mientras luchaba con todas mis fuerzas por no dormirme. Muuuy interesante, si señor.

Hoy he traido mi flash usb, con un documento pdf sobre UML para entretenerme, pero resulta que el portátil no tiene Acrobat Reader, así que no puedo abrirlo. Parece ser que el Reader se pega con la aplicación de simulación, así que no podré instalarlo. Tendré que buscar una alternativa.

De momento no tengo Delphi, ni ninguna otra herramienta de desarrollo. Además el portátil es un préstamo de una compañera. Estoy esperando a que me traigan un PC, y aquí viene lo bueno: Según parece, el cliente no se molesta en darme el equipamiento, así que quien tiene que enviarme el PC es mi empresa. Tuve que lidiar con mi nuevo gerente para que lo hiciesen, y negociar con él que el monitor (a estas alturas de la vida) fuese TFT y no uno de aquellos anticuados "cabezones". Le costó lo suyo aceptar, pero al final me "prometió" (yo es que me parto) un P4 Dual Core con 2GB de RAM, y un TFT de 17". Me preguntó por la dirección del cliente ¿?, y se la di (sabe dónde manda las personas, pero luego no sabe dónde mandar el equipamiento). Parece que tardarán una semana en enviármelo, por lo que me esperan unos días muy muy muy divertidos por aquí.

Como no tengo red, tampoco puedo matar el tiempo en Internet. Aquí hay un cable de red, pero como ésta gente no gasta servidor DHCP (increible pero cierto), todo dios ha de tener IP fija, y la del portátil no se lleva bien con la red (lo se, soy lo suficientemente torpe como para no encontrar la forma de juankear este truño). La única forma que tengo de comunicarme con el exterior es mi PDA, así que tengo todo el día el GPRS conectado. De cuando en cuando le echo una visual, y si no hay mucha gente por aquí, me miro el Google Reader. El caso es que aunque no tengas equipo, ni trabajo, no está muy bien visto que te tires el día mirando el móvil, salvo el primer día, que como no me esperaban (parece ser que habían pactado mi incorporación el martes, pero mi empresa me envió el lunes), pues pasé ocho simpáticas horas sentado en una mesa totalmente vacía, mirando el Google Reader con el teléfono. Os aseguro que fue un auténtico infierno.

Ayer ésto también fue un tostón. Se me hizo eteeeerno. Alguna llamada telefónica, chorrocientos pitis (con sus chorrocientas esperas para que me abriesen las puertas) y la conexión al exterior con la PDA amenizaron un poco el percal, pero os aseguro que a nadie le apetecería pasar por algo así. Lo de las puertas puede parecer algo simpático, una pequeña coña, pero es una de esas cosas que me hace pasarlo realmente mal. Creo que hay que estar en mi lugar para comprenderlo.

A la hora de comer (las 13:00), salgo corriendo, trinco el coche, y me marcho a mi casa (en 15 minutitos estoy allí), me aprieto la comida cual pavo hambriento, y salgo disparado de vuelta al trabajo (tenemos 45 minutos para comer), así que descontando la media hora de ida y vuelta, calculad el tiempo que me queda para la ingesta. De momento paso de comer aquí. Hay una sala mediana con mesas y microondas, y todo el mundo trae su tupper, pero no gusto en absoluto de ella, así que vivo los momentos de la comida "a la puta carrera".

Ya se me ha quitado la costumbre de desayunar que teníamos en Tres Cantos. La verdad es que esperaba acabar la jornada con más hambre en el cuerpo, pero no ha sido así. Debe ser por el catarro, los nervios, la angustia, y el ansia de salir. Supongo que por lo menos estabilizaré el peso (tanto bocata me estaba convirtiendo en un buey con dos patas).

En fin, podría tirarme un montón de horas contando cosas de por aquí, pero tampoco es mi intención aburriros. Simplemente deciros que poco a poco las empresas de subcontratación están acabando con la ilusión y creatividad que de niño despertó en mí, y que en días como el de ayer he deseado abandonar ésta tan mal valorada profesión. En lugar de motivarnos el conocimiento, la inquietud, las ganas de crear y demás, nosotros los técnicos (¿o debería decir subcontratados?) de las "TI", estamos simplemente motivados por el sueldo, la posibilidad de escaquearnos, y por tener acceso a Internet en nuestro puesto de trabajo para hacer que las horas pasen más rápido, y que llegue "antes" el momento de marcharnos a nuestra casa... terriblemente real y lamentable.

Imagino que, por mi propio bien, debo suponer que esta extraña situación en la que ahora mismo me encuentro es normal y habitual en estos casos, y esperar a que llegue mi PC. Seguramente entonces comience la acción, y quizá entonces lo que desde hace unos días se me antoja "el peor sitio al que se puede ir a parar" se convierta en un lugar en el que pasar unos cuantos años. Hasta entonces, me dedicaré a perder el tiempo, leer todo lo que pueda, simular que estoy trabajando (un trabajo que nadie me ha asignado) por aquello de la imagen (triste, si, pero ya se sabe como funcionan estas cosas), y esperar con inusitado deseo a que llegue la hora de salir para perder de vista todas estas cosas que me están amargando la vida.

Citaré algo que una gran amiga me ha dicho hoy mismo: "la vida son dos días y a cosas que les damos mucha importancia, no la tienen". Dicho esto, sólo queda reirse de las auténticas gilipolleces que nos pasan en el trabajo, y pensar que lo importante es uno mismo, la familia, y los amigos. El resto de meandros del río de la vida son sólo morralla que hay que omitir.

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lunes, octubre 08, 2007

Trincar el grifo

Hace ya mucho que se inventó el concepto (y la acción) "escaqueo", pero es en estos últimos años cuando estamos siendo testigos de un creciente fenómeno, que se da fundamentalmente en los trabajos relacionados con las (a mi juicio) mal llamadas "tecnologías de la información". Dicho fenómeno ha sido bautizado por mi colega Mijel y por un servidor como "trincar el grifo".

Los trabajadores del mundillo este de "cosa de ordenadores" estamos más desmotivados que de costumbre (se que hay excepciones, pero hablo de lo que mis ojitos alcanzan a ver). Tenemos responsables superiores que desconocen el potencial de su equipo humano, salarios que en muchos casos distan de ser medio razonables si lo comparamos con lo que en otras profesiones se paga, teniendo en cuenta la dedicación y esfuerzo fuera de las horas de trabajo que la nuestra implica, amén de la extraña situación en la que nos vemos inmersos la gran mayoría: trabajamos en una empresa, pero nos paga otra, esto es: somos subcontratados.

Los subcontratados nos encontramos con que el cliente, es decir, la empresa en la que trabajamos físicamente, paga un pastizal a nuestra verdadera empresa, quienes se limitan a exigirnos los partes de dedicación cada mes, y poco más. Este cliente no tiene reparos en pagar semejante cantidad de dinero (la mayoría de las veces supera el doble de nuestro salario), pues quien lo paga no es el dueño del dinero (habría que preguntarle a un panadero si pagaría más del doble del sueldo de su empleado a una E.T.T.), sino un jefecillo (yo prefiero llamarles "empresarios frustrados") que disfruta con el ¿poder? que le otorga su posición en la compañía, e igualmente, no tiene reparos en solicitar a las empresas de servicios un buen montón de "recursos", como gustan de llamarnos, que a la hora de la verdad no tendrán gran cosa que hacer durante su jornada laboral.
¿Por qué? Pues porque cuando la pasta sobra, y lo único que importa es el sobre que el jefecillo se va a llevar a final de año, en concepto de "objetivos" (permítanme que me parta de la risa), lo fundamental es tener un ejército de "chavaleh" que saquen el trabajo sí o sí.

Es por todo esto que durante la mayor parte del año, nosotros los "recursos humanos" no tenemos mucho que hacer, y si lo tenemos, nos escaqueamos, pues da pereza ponerse a trabajar cuando pasas meses enteros tocándote las pelotas.

Hay quien dice que la Web 2.0, y me estoy refiriendo a las redes sociales, a espacios como meneame.net, digg.com, myspace.com entre otros y a los blogs en general, está funcionando gracias a todas esas personas que, lejos de tener ganas de hacer su trabajo, prefiere matar el tiempo escribiendo comentarios a las noticias de otros. ¡Y creo que no se equivocan al hacer tal afirmación! Antes la gente se escaqueaba por los pasillos, en el lavabo, o donde fuera menester, pero hoy en día uno puede escaquearse ¡sin levantarse de su silla!
De esta forma, el jefe está feliz, pues sus muñecos están ahí quietecitos, el que pone la pasta se hincha a ganar más pasta, y los chavalotes de la tecla lo pasan en grande escribiendo cositas en todo tipo de sitios web.

¿Entonces? ¿Nadie pierde nada con esta extraña situación?
Pues desafortunadamente, y contra todo pronóstico, sí. Aquí quien pierde somos nosotros: los que picamos tecla.

¿Cómo es eso posible? Os preguntaréis por qué somos nosotros los que salimos perdiendo, si nos pagan cada mes, y pasamos el día bloggeando, y escribiendo comentarios. Pues bien sencillo: estamos perdiendo nuestro tiempo. Pasan los días, los meses y los años, y aceptamos nuestra posición de empleados "de segunda", nos hacemos mayores, y llegará el momento en el que seamos "demasiado viejos" para ser apetecibles para los clientes de nuestras empresas. ¿Qué pasará entonces?

Trincar el grifo es un término acuñado en una de las muchas ocasiones en las que hemos hablado de ésto Mijel y yo, rememorando aquellos grifos de refresco, parecidos a la "alcachofa" de la ducha, que había en algunos garitos en los que te ponían la fanta naranja a golpe de gatillo (por suerte el vodka lo ponían de botella), y así es como nos vemos, sentados en nuestro puesto de trabajo, con el grifo "trincao" con la mano izquierda, la bocota bien abierta, y "sopando flanta" de naranja (jajaja me encanta ese término) sin parar, mientras los minutos y las horas pasan, hasta la hora de la salida.

Sea como fuere, todas estas actividades a las que representa "trincar el grifo" son nocivas para los que deberíamos reciclarnos continuamente, y creo que es buen momento para recapitular, y pensar en el daño que nos hacen, y el poco beneficio que nos reporta.

No estaría de más crear un "comandillo" para terminar de una vez por todas con las empresas de servicios, dar verdadero valor al empleo de los informáticos que hoy están subcontratados, y evitar que los jefecillos de turno se lleven la pasta (la suya, la del sobre, y las que los gerentes de las pseudo E.T.T. les sueltan por debajo de la mesa), mientras nosotros nos hacemos viejos bloggeando por un puñado de euros al mes.

Ah, cómo no, este post ha sido redactado con la mano derecha, puesto que la izquierda la tengo ocupada con un grifo de fanta naranja enchufado directamente a la boca.

Termino diciendo que en breve empiezo una nueva etapa en otra empresa (igualmente, subcontratado), y espero que el grifo no sea una constante como lo es aquí. Aunque nunca se sabe... Lástima de la sensación de inquietud de cuando era niño, que comencé a perder cuando un señor de reluciente corbata me presentó en un banco con las palabras mágicas "aquí os traigo al chaval".

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