viernes, diciembre 24, 2010

¿El botón mágico?

Leo gracias a @momiator un artículo que El Pais ha tenido a bien publicar al señor Javier Bardem, artista mundialmente conocido, y tal ha sido mi malestar con lo que en dicho artículo he leído que he venido corriendo al blog a manifestar mi opinión, ya que en la web de este artículo no es posible hacerlo (viva la libertad!).

En primer lugar, las comparaciones hechas en el artículo en cuestión no son una cuestión de estar borracho o no, sino que son auténticos absurdos que no vienen al caso, pues los tomates digitales no se comen, y el día que se coman, hablaremos; las paredes no se pintan de colores digitales, y el día que se pueda hacer (que no tardará), que los pintores se vayan buscando otro trabajo. ¿Así de crudo? Si, así de crudo, oiga. Igual que los delineantes tradicionales tuvieron que renovarse a técnicas CAD, o morir, al igual que los afiladores van dejando de existir, e igual que el día que el teletransporte sea una realidad, los mensajeros tendrán que buscarse otros menesteres para poder comer. Se llama mercado, y cuando un mercado cambia o deja de existir, los que no se adaptan, o mueren, o pelean con malas artes por mantener su posición si tienen los posibles necesarios para hacerlo, y los señores de los derechos de autor, los tienen.

El problema que existe con esta industria desde hace ya unos años es evidente: se acaba su mercado. Los posibles compradores ya no quieren comprar sus productos, me da igual si es así porque existen medios para difundirlos de forma gratuita, o si es porque los productos en sí no valen un carajo, pero el caso es que una buena parte de los consumidores no quieren comprar. En cualquier mercado, si la demanda desciende, los precios bajan, pero en este mercado las cosas no parecen ir así. Ellos presionan (porque pueden, tristemente) a los gobiernos para que modifiquen las leyes y conseguir así mantener su posición, y su mercado fantasma (fantasma porque sólo tiene oferta, y no demanda).

Si el aguador, cuando el Canal de Isabel II empezó a canalizar los barrios de extrarradio de Madrid, hubiera tenido la capacidad de la industria de los derechos de autor, probablemente hoy pagaríamos un canon por cada vaso de agua bebido, su lobby tendría subvenciones del estado, y a los que bebemos agua del grifo nos llamarían ladrones y piratas, a pesar de estar pagando su canon religiosamente. Intentarían aprobar una ley para cortarnos el agua de casa por el que pagamos cada mes, y si no saliese aprobada, se lamentarían amargamente mientras nos llaman ladrones, como hace Bardem al despedirse en su pobremente desacertado artículo.

No se trata de botones mágicos, ni de ladrones o libertades. No defendéis la cultura, sino vuestros negocios e intereses personales. Insultais a la población, ¡a los que antaño fueron vuestros clientes! lo hacéis mientras disfrutais de vuestras mansiones en Miami. Nos gravais con cada CD virgen, con cada impresora y disco duro, y nos llamais piratas, fascistas (ojito también al señor Sanz...), mientras vivís a cuerpo de rey sin dar palo. Si el cine español no vende (que no vende), seguís ganando pues os dan subvenciones. Queréis ganar si o si y eso, por mucho que os duela, no siempre va a ser así. Renovarse, o morir.

Imagen obtenida de: http://bibliotecadigital.ilce.edu.mx/sites/colibri/cuentos/indepen/htm/sec_3.htm

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