lunes, septiembre 19, 2011

iPhone 3GS vs Samsung Galaxy S2



Después de dos años de trasteo diario con un iPhone 3GS con Movistar, he cambiado a Vodafone con un Samsung Galaxy S2. Mi experiencia con los productos móviles de Apple no es poca, pues en casa tenemos desde hace años un par de iPod (5ª gen), más recientemente dos iPhone 3GS y por último un iPad 3G.

En esta entrada voy a contrastar diversos aspectos del iPhone y el Galaxy S2, con el fin de mostrar mi opinión absolutamente subjetiva sobre ambos productos, y que el lector pueda elegir entre uno y otro con algo más de información.


Pantalla
iPhone: En el 3GS la pantalla es bastante buena, aunque en el iPhone 4 está muy mejorada y la imagen es espectacular.
SG2: La pantalla es mayor, con una imagen fantástica, y muy lograda.


Táctil
iPhone: Siempre me ha asombrado la calidad del panel táctil del iPhone, y la respuesta del software ante la misma.
SG2: No se queda nada atrás en cuanto a respuesta, y sensibilidad. Por fin hay otros teléfonos con la calidad del iPhone en lo táctil.


Autonomía
iPhone: Se me hacía corta la duración de la batería después de casi dos años, y lo achacaba a que la misma podría estar ya algo envejecida después de tantos ciclos de carga/descarga. No es extraible por el usuario, por lo que, o tienes un cargador a mano, o estás perdido. Como buen smartphone que es, la batería dura muy poco si se le da un cierto uso. Con suerte llegarás a casa al final de la tarde con algo de energía como para no quedarte tirado antes de tiempo.
SG2: Este smartphone es lo más tragón que he visto jamás en términos de energía. A media tarde te quedas en un 30% si le das un cierto uso, y por el mero hecho de tenerlo encendido, durante la noche se puede comer entre un 10 y un 20% de batería. Dicen las malas lenguas que hay firmwares originales de Samsung que minimizan el hambre del móvil, pero es algo que no tengo demasiado claro. El consumo principal de los móviles está en la pantalla, y no en el WiFi, Bluetooth, 3G u otras gaitas como se suele creer. La pantalla consume muchísima energía, y si usamos el teléfono en un entorno con mucha luz, será necesario dotarle de la iluminación necesaria al panel para que se pueda ver correctamente y eso, nos guste o no, gasta. Y mucho. La batería es extraíble (la tapa trasera se quita con facilidad), por lo que con una batería extra sobrará para sacarnos de algún apuro. Además incorpora un sistema de gestión de energía que nos permite elegir de qué funciones queremos prescindir o reducir de potencia cuando la batería alcance un cierto porcentaje.


Carga
iPhone: Con el cargador original se carga relativamente pronto. En el PC tarda un poco más, pero es también efectivo.
SG2: Con el cargador original tarda una eternidad. En el PC me aburre.


Tamaño y peso
iPhone: Cuando lo tuve por primera vez en las manos se me hizo algo grande. ¿Dónde meto yo esto? - Pensé entonces. Con el tiempo te acostumbras a él, y si no le añades una funda protectora, el tamaño de este móvil tiene un pase. El peso está dentro de lo razonable. No hay que ir al gimnasio para manipularlo, aunque si acostumbras a utilizarlo para leer news en la cama antes de dormir, los brazos se te cansarán un poco.
SG2: Al sacarlo de la caja lo ves y piensas ¿smartphone o tablet? ¡Pedazo de móvil! Si, es enorme, en gran parte por su pantalla, aunque es sorprendentemente delgado y ligero. Sin funda cabe en el bolsillo sin más problemas (bueno, en según qué bolsillos).


Materiales y acabado
iPhone: Apple siempre cuida el material y acabado de sus productos, y con un iPhone en las manos se tiene la sensación de estar sujetando un producto de calidad con mucho trabajo y esfuerzo a las espaldas, y así es.
SG2: El acabado es inferior al del iPhone. Plásticos, sensación de mayor fragilidad, una tapa trasera que parece de juguete a simple vista... sin embargo el resultado es un producto agradable al tacto y nada "cutre" de aspecto.


Temperatura
iPhone: Después de un uso intenso el teléfono puede terminar bastante caliente, aunque sin llegar a producir dolor al tacto.
SG2: Al tocar la pantalla con la palma de la mano, después de un buen rato de uso intensivo, se nota un calor elevado que, lejos de quemar, al menos sí impresiona lo suyo.


Aplicaciones
iPhone: El AppStore de Apple es de lo más completo que existe. Hay infinidad de aplicaciones, bastante bien organizado (aunque no todo lo que a mi me gustaría, la verdad), y con un buen catálogo de aplicaciones gratuitas. Instalar y desinstalar es bastante sencillo, aunque el tostón de introducir la clave de acceso del AppStore cada dos por tres aburre un poco.
SG2: El Android Market tiene muchísimas aplicaciones también. Es muy distinto a lo acostumbrado en el AppStore, y se echan en falta algunas aplicaciones "molonas" como TomTom (por aquello de la costumbre), pero he encontrado otras la mar de interesantes que para el iPhone no existen. Instalar aplicaciones es muy simple, aunque desinstalarlas puede costar un poco al principio (hasta que entiendes cómo funciona la interfaz del teléfono).


Navegador
iPhone: Safari es un gran navegador, es innegable, pero carecemos de soporte de Flash (cuántos vídeos molones me he perdido por no disponer de esta posibilidad). El scroll al movernos por las páginas es suave y muy agradable. Chapeau!
SG2: El navegador de serie no está nada mal, y aunque estoy evaluando alternativas (por aquello de probar), soporta Flash de forma nativa, y va bastante "fresquito". El scroll al desplazarnos por las páginas en algún caso es menos suave que en el iPhone (aunque no tanto como para ser molesto).


Conectividad
iPhone: WiFi con un buen alcance (desde mi portal me conectaba sin grandes problemas hasta un tercer piso), Bluetooth sin grandes pretensiones (un A2DP con calidad bastante mala, diría yo que con el códec obligatorio, SBC), y 3G que pierde algo de señal según cómo sujetes el teléfono. Para "hablar" con el PC, hay que usar el cable propietario de Apple.
SG2: WiFi con alcance menor (desde el portal casi no hay cobertura), Bluetooth 3.0 (el audio a través de A2DP suena de maravilla), 3G y HSDPA. También disponde de radio FM (muy útil todavía para muchos). Para "hablar" con el PC puede hacerse por WiFi o por Bluetooth.


Vídeo
iPhone: Las posibilidades del iPhone en cuanto a vídeo, salvo que instales una aplicación en condiciones como VLC (que por desgracia ya no está en el AppStore), son bastante escasas. Lo de siempre. Convierte tus vídeos y blablabla.
SG2: "De serie" se traga cualquier DivX. Con alguna aplicación que otra del Android Market, reproduces hasta MKVs. Y el móvil ni se despeina. Incluso si usas BSPlayer, puedes ver vídeos almacenados en tu PC o NAS mediante WiFi, sin trompicones ni gaitas.


Internet
iPhone: En general la conexión es buena, aunque hay aplicaciones como Youtube que son prácticamente inusables (en el iPad va algo mejor, pero aun así es un asco). El gestor de correo está muy trabajado en el iPhone, igual que la sincronización de contactos, calendario, y demás.
SG2: Conexión buena por lo general. Youtube curiosamente funciona como un tiro. Los vídeos cargan "a trapo". Mejor que en el PC diría yo... El correo Gmail está bastante bien, aunque me gusta menos que el planteamiento en el iPhone, pero con las ventajas de las posibilidades de Gmail (deshacer envíos o borrados, por ejemplo). El correo no-gmail es lo típico, sin grandes aspiraciones. Organiza los hilos de mensajes y tal, pero en algún email no he podido ver los adjuntos, y alguna que otra faltilla más que no recuerdo.


Alarmas
iPhone: Lo normal. Creas una alarma, soniquete, hora, días, y a esperar.
SG2: Más de lo mismo, salvo por la alarma inteligente: una forma de despertar sin sobresaltos. Sonidos agradables a un volumen aceptable, y luminosidad en la habitación 5 minutos antes de la alarma hacen que la mayoría de los días me despierte sin un sobresalto. Es algo que realmente me sorprendió ver en el teléfono y que tratándose de algo tan simple, al menos para mi, le hace ganar muchos puntos.


Compartir
iPhone: Lo justo. Compartir una web es poco más que mandar la URL por email. No se puede ni enviar un tono o una imagen por Bluetooth...
SG2: Espectacular. Se pueden compartir contenidos de todo tipo por un montón de canales de comunicación y aplicaciones. Algo sin precedentes para mi.


Cámara
iPhone: Regular y sin flash. En exteriores salen fotos más o menos válidas. En interiores con poca iluminación olvídate. Los vídeos salen bastante bien. Se puede modificar el focus tocando en la pantalla tanto en fotografía como en vídeo (muy interesante esto último).
SG2: Espectacular y con flash. Graba vídeo a 1080p sin despeinarse, y hace unas fotos bastante buenas. En interiores con poca iluminación gracias al flash se puede hacer alguna que otra foto, aunque tampoco vayamos a pensar que la magia existe, que el flash es de LED, y esto es un móvil. Grabando vídeo no se puede cambiar el focus tocando la pantalla, aunque sí al hacer fotografía. Tiene muchísimas opciones para la cámara, además de cámara frontal VGA.


Videoconferencia
iPhone: En mi modelo (3GS) es algo de lo que no dispongo. En el iPhone 4 sí, y se puede usar con el sistema FaceTime de Apple (desconozco si puede usarse por alguna otra aplicación).
SG2: Puede hacerse videoconferencia mediante Google Talk. Simplemente brutal.


Recuperación por extravío o robo
iPhone: De forma oficial no se puede usar en el 3GS el sistema de Apple, aunque activando la cuenta en un iPhone 4, y configurándola en el 3GS después, al final sí que se puede. El sistema funciona bastante bien. Se puede localizar el móvil (más o menos), enviar mensajes y borrar el contenido.
SG2: Con una cuenta Samsung (gratuita) se puede hacer poco más o menos lo mismo, y además nos permite ver el log de llamadas del móvil, por si nos lo han robado, y poder obtener información privilegiada sobre el autor del robo. También puede configurarse para que nos envíe un SMS a otro número de móvil si se cambia la tarjeta SIM en algún momento.


Música
iPhone: iTunes es para mi un dolor de cabeza, que llevo sufriendo unos pocos años. Meter música en el móvil da PEREZA. Mola que haya un montón de cacharros compatibles con el iPhone, incluso radios de coche.
SG2: Añades canciones a la memoria desde el PC, y andando. Sin aplicaciones, sin gaitas, y sin dolores de cabeza. En contrapartida, la radio del coche dice "NOT COMPATIBLE", aunque le encanta conectarse a él por A2DP, y además se puede cambiar de canción desde la propia radio, algo que en el iPhone no conseguí hacer jamás (supongo que porque no lo permite).


Escritorio
iPhone: El escritorio hasta la fecha es lo que ves: varias pantallas con iconos que corresponden a aplicaciones, o a carpetas que contienen aplicaciones. Scroll para un lado o para el otro, y poco más.
SG2: El escritorio es un lugar en el que puedes añadir widgets e iconos de aplicaciones. Las aplicaciones realmente están en otro lugar, llamado "Aplicaciones" (cómo no), organizadas de una forma muy similar a como lo están en el iPhone. Bastante más elaborado que en el iPhone. Además los fondos de pantalla pueden ser móviles (se mueven al moverte por el scroll del escritorio), o incluso imágenes en movimiento que muestran el estado del tiempo actual en tu zona, o la franja horaria del día en la que te encuentras.


CPU, GPU y potencias varias
iPhone: Los pocos juegos que he visto corrían fresquitos, y con alguna que otra ralentización de tarde en tarde. El teléfono por lo general responde rápido.
SG2: No he probado todavía ningún juego "potente", pero por lo que he visto, es una máquina "escupiendo" polígonos. En el día a día el teléfono responde con inmediatez. Según diversas pruebas realizadas por los entendidos en la materia, en este momento es el terminal móvil más potente, sólo superado (al loro) por el iPad 2.


Y esto es "todo". De seguro me dejo un montón de información muy válida en el tintero, por lo que si te asalta alguna duda, puedes indicarlo en los comentarios, y gustoso responderé.

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viernes, diciembre 24, 2010

¿El botón mágico?

Leo gracias a @momiator un artículo que El Pais ha tenido a bien publicar al señor Javier Bardem, artista mundialmente conocido, y tal ha sido mi malestar con lo que en dicho artículo he leído que he venido corriendo al blog a manifestar mi opinión, ya que en la web de este artículo no es posible hacerlo (viva la libertad!).

En primer lugar, las comparaciones hechas en el artículo en cuestión no son una cuestión de estar borracho o no, sino que son auténticos absurdos que no vienen al caso, pues los tomates digitales no se comen, y el día que se coman, hablaremos; las paredes no se pintan de colores digitales, y el día que se pueda hacer (que no tardará), que los pintores se vayan buscando otro trabajo. ¿Así de crudo? Si, así de crudo, oiga. Igual que los delineantes tradicionales tuvieron que renovarse a técnicas CAD, o morir, al igual que los afiladores van dejando de existir, e igual que el día que el teletransporte sea una realidad, los mensajeros tendrán que buscarse otros menesteres para poder comer. Se llama mercado, y cuando un mercado cambia o deja de existir, los que no se adaptan, o mueren, o pelean con malas artes por mantener su posición si tienen los posibles necesarios para hacerlo, y los señores de los derechos de autor, los tienen.

El problema que existe con esta industria desde hace ya unos años es evidente: se acaba su mercado. Los posibles compradores ya no quieren comprar sus productos, me da igual si es así porque existen medios para difundirlos de forma gratuita, o si es porque los productos en sí no valen un carajo, pero el caso es que una buena parte de los consumidores no quieren comprar. En cualquier mercado, si la demanda desciende, los precios bajan, pero en este mercado las cosas no parecen ir así. Ellos presionan (porque pueden, tristemente) a los gobiernos para que modifiquen las leyes y conseguir así mantener su posición, y su mercado fantasma (fantasma porque sólo tiene oferta, y no demanda).

Si el aguador, cuando el Canal de Isabel II empezó a canalizar los barrios de extrarradio de Madrid, hubiera tenido la capacidad de la industria de los derechos de autor, probablemente hoy pagaríamos un canon por cada vaso de agua bebido, su lobby tendría subvenciones del estado, y a los que bebemos agua del grifo nos llamarían ladrones y piratas, a pesar de estar pagando su canon religiosamente. Intentarían aprobar una ley para cortarnos el agua de casa por el que pagamos cada mes, y si no saliese aprobada, se lamentarían amargamente mientras nos llaman ladrones, como hace Bardem al despedirse en su pobremente desacertado artículo.

No se trata de botones mágicos, ni de ladrones o libertades. No defendéis la cultura, sino vuestros negocios e intereses personales. Insultais a la población, ¡a los que antaño fueron vuestros clientes! lo hacéis mientras disfrutais de vuestras mansiones en Miami. Nos gravais con cada CD virgen, con cada impresora y disco duro, y nos llamais piratas, fascistas (ojito también al señor Sanz...), mientras vivís a cuerpo de rey sin dar palo. Si el cine español no vende (que no vende), seguís ganando pues os dan subvenciones. Queréis ganar si o si y eso, por mucho que os duela, no siempre va a ser así. Renovarse, o morir.

Imagen obtenida de: http://bibliotecadigital.ilce.edu.mx/sites/colibri/cuentos/indepen/htm/sec_3.htm

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viernes, noviembre 26, 2010

Carnet de empresario



Uno se pregunta, en estos tiempos de crisis, cómo es posible que cualquier mentecato tenga una empresa.
¿Por qué me pregunto ésto? Pues porque siempre me han parecido estúpidas las diferencias que existen para tener un hijo de forma natural, y adoptivo, y no me refiero precisamente al hecho de que en uno de los casos hay que usar penes y vaginas, y en el otro no es necesario, sino a que hoy por hoy, cualquier energúmeno sin dos dedos de frente puede tener un niño echando un polvo, mientras que una pareja que no puede tener hijos de forma natural tiene todos los problemas de cara si intenta adoptar uno.

Con las empresas viene a pasar algo parecido a los hijos "naturales". Cualquier imbécil con cuatro perras puede montar un negocio, conseguir resultados y, aquí viene lo bueno, encontrarse en la necesidad de "adoptar" trabajadores, sin que nadie le ponga a prueba ni le exijan los más mínimos requisitos de dignidad, solvencia, ni nada que se le parezca. Simplemente busca a un trabajador, lo contrata (en el mejor de los casos), y hala, ¡a currar!

Pasan los años, y este empresario descabezao, que se dedicó a menesteres en auge (como por ejemplo la construcción) se encuentra con las vacas flacas de la puta crisis, con veinte tíos en plantilla, y la dificultad de pagarles a todos, tal y como establece el contrato que tiene con ellos, y el Estatuto de los Trabajadores. Aquí viene lo bueno. Todos los buenos papás que se precien de serlo se preocupan de tener un fondo de contingencia, un modo de salir del paso, un mecanismo que garantice su subsistencia y la de sus hijos en caso de que las cosas se pongan feas. No está escrito en ningún sitio, y debería estarlo, pues un gran número de familias viven "al día", sin pensar en el mañana, hipotecando con teles gordacas y coches caros el futuro de sus hijos, expuestas a situaciones de absoluto desamparo si uno o los dos miembros pierde su empleo.

Ésta es una circunstancia triste en la que nadie quiere verse envuelto pero, ¿no es tan o más triste que sea una empresa la que deje en la estacada a sus empleados, arrastrando consigo a todas esas familias que dependen de ellos?

El señor empresario con sus veinte empleados se queda "sin dinero" en la empresa, y decide dejar de pagar algún que otro sueldo. Los empleados, preocupados por la viabilidad de la empresa (y de sus empleos), esperan un tiempo prudencial, y finalmente se informan de qué deben hacer para reclamar lo que consideran es suyo, alguien busca en Internet, y se encuentra con lindezas como ésta:

Tanto si la empresa deja de pagar durante varios meses sin causa justificada, como si se declara insolvente, el trabajador debe interponer dos acciones, según explica Esther García, experta de iAbogado:

* Reclamación: Debe reclamar los salarios que le adeuda la empresa mediante una Papeleta de Conciliación. En esta demanda se deben indicar, de forma resumida, los datos de la empresa, las circunstancias del trabajador y los hechos que han dado lugar a la reclamación. Se presentará ante el Servicio de Mediación, Arbitraje y Conciliación (SMAC) de la comunidad autónoma correspondiente, que convocará a las partes a un acto en el que se tratará de buscar una solución extrajudicial al conflicto. Para ejercer esta acción, el trabajador tiene un plazo de un año, y una condición: que los retrasos sean continuados en el tiempo. En este caso, el trabajador tiene que acreditar que el retraso en el pago le perjudica. El procedimiento judicial suele resolverse en dos o tres meses.
* Extinción del contrato: El empleado también debe solicitar la extinción de su contrato de trabajo mediante otra papeleta de conciliación ante el SMAC. De esta manera, el trabajador podrá obtener una indemnización por la extinción del mismo, es decir, pedirá al juez que se declare extinguida la relación laboral por falta de pago de salario, y tendrá derecho a percibir 45 días de salario por año de servicio. Con esta sentencia, el empleado podrá acceder, además, a la protección por desempleo contributiva, siempre que reúna los períodos de cotización exigidos.



Fuente: http://www.mileuristas.com/2008/05/27/la-empresa-no-me-paga-%C2%BFque-puedo-hacer/

¿Cómo dice? ¿Que los retrasos sean continuados en el tiempo? Es decir, que si el empresario se salta algún sueldecillo de vez en cuando ¿no se le pueden reclamar?

¿Coooomo dice? ¿Que el trabajador debe acreditar que el retraso le perjudica? A esto no se ni qué contestar, de la vergüenza que he sentido al leerlo.


¿No dan ganas de hacer pasar por un examen teórico y práctico a los payos que quieran montar un negocio? ¿No dan ganas de poner mil requisitos a los empresarios que están a punto de "adoptar" a un trabajador? El mundo está lleno de hijos de puta, y las leyes las hicieron sus papás. A los que no venimos de esa estirpe sólo nos queda ver la tele, o como mucho, quejarnos en blogs que nadie mira. Cuando lleguen las elecciones, votaremos a rojos o azules, y seguiremos con nuestras estúpidas vidas.

Imagen del post original de: vinetasdeernestorodera.blogspot.com

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jueves, septiembre 23, 2010

Google Reader y la procrastinación

Hola, me llamo epyblast y soy procrastinador (hooola epyblaaaast!).

La procrastinación, el mal del siglo XXI, que nos impide terminar las tareas importantes y que nos lleva cuesta abajo por el camino del desastre profesional, es una de las peores costumbres que se pueden adquirir. Parece tener relación con la hiperactividad, con el ansia de aprender, y con la necesidad imperativa de estar a la vez en todos los saraos (y en ninguno).

Google Reader, una gran herramienta para leer feeds, se me antoja hoy también una herramienta para engordar más este problema. Uno se pone a leer noticias en el iPhone, y cuando ve algo interesante (un vídeo curioso, por ejemplo) lo que hace es pulsar la estrellita para marcarlo como "interesante" y piensa "ya lo veré otro día". Otra cosa más a la lista de tareas-pendientes. Otro gramo más para el saco de "estoy agobiadísimo por todo lo que tengo que hacer"...

Prometo que algún día abriré el Reader en el PC, y leeré todos esos cientos de noticias que marqué como interesantes, y que quedaron en el limbo de los justos, pero lo haré otro día, que hoy tengo cosas más interesantes que hacer! X'D

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jueves, agosto 19, 2010

La web ha muerto

Son muchos los giros que ha dado a lo largo de la "historia" la tecnología aplicada a la información. Algunos recordarán la época en la que los ordenadores personales no existían, y que la informática básicamente se ceñía a entornos mainframe, con supermáquinas costosísimas que sólo las grandes empresas, como la banca, podían permitirse, ¿verdad? En estos entornos, la gran máquina realizaba todo el trabajo, y unas pantallas "tontas", acompañadas de un teclado, hacían de interfaz entre el mainframe y el usuario. En estas pantallas no se producía ningún tipo de proceso. Simplemente cumplían como meras "ventanas" al interior del ordenador, y permitian centralizar los costes en el gran ordenador, dando acceso a los usuarios a través de equipamiento barato y kilómetros de cableado por toda la empresa.

El mercado, la economía, y las nuevas tendencias hicieron que esos grandes desembolsos económicos en el superordenador "se minimizasen" cambiando la arquitectura tecnológica. Por aquel entonces se dio forma a los ordenadores personales, haciendo que entonces, un PC de reducidísimo coste comparado con un mainframe, pudiera realizar cálculos, obtener entrada del usuario y presentar información en pantalla, por una pequeña fracción de dinero. Estos pequeños ordenadores se podían conectar en red, y permitir la comunicación entre ellos, pero al final hay que almacenar la información en algún lugar, y compartirla con todos los usuarios, por lo que se hicieron necesarios los "servidores", máquinas más potentes que las estaciones de trabajo de usuario, y con dedicación exclusiva a la gestión de discos y ejecución de procesos que sirviesen de apoyo a los equipos de los usuarios. En estos servidores se instalarían bases de datos que ayudarían a esta labor, y a las que accederían los usuarios desde sus equipos a través de la red. Nacía la arquitectura cliente/servidor.

Se establecieron las interfaces de usuario gráficas, se encareció el coste por PC debido a la mejora en calidad, posibilidades y cualidades multimedia de los mismos, se incrementó el riesgo de "fallos de seguridad" en las empresas debido a los puertos USB y los pendrives, y con el tiempo Windows se proclamó "gran ganador" en la carrera de los sistemas operativos en la empresa (para bien o para mal).

Más tarde el entorno cliente/servidor se nos antojó caro, pues había que invertir muchísimo dinero en un gran número de PCs para los usuarios, además del gasto que se producía en infraestructura para el mantenimiento de los mismos. Esto dio lugar a una nueva corriente de creencia en que lo centralizado era mejor, y nacieron tecnologías como Citrix, que permitían anidar caros servidores en "granjas", que ejecutarían múltiples sesiones de usuario que a su vez serían visualizadas en "Thin Clients" (clientes ligeros) económicos consistentes en una pantalla, teclado, ratón, y un mini PC económico que apenas tenía capacidad de proceso. Sorprendentemente se había vuelto a una rediseñada arquitectura mainframe en cuyo interior seguía cociendo el mundo cliente/servidor.

Pasó el tiempo e Internet empezó a despuntar. Sus «geocíticas» y feas primeras páginas "1.0" que hoy todavía podemos consultar gracias a la Wayback Machine fueron las precursoras de lo que hoy conocemos como "La Web 2.0", un entorno en el que las páginas web pueden mostrarnos vídeo, reproducir música, ejecutar aplicaciones complejas como Google Docs, y en muchos casos, sin cambiar de página entre clic y clic gracias a "tecnologías" como Ajax (o mejor dicho, gracias a las llamadas asíncronas).

Poco a poco las aplicaciones cliente/servidor y de escritorio en general fueron siendo defenestradas en favor de la web. Todo el mundo sacaba versiones de sus aplicaciones de gestión en entorno web, se crearon infinidad de frameworks en multitud de lenguajes para la construcción de aplicaciones web. Capas de broza sobre otras capas que cada vez dificultaban más y más la comprensión de las mismas, hasta llegar al punto en el que (sujetarse a la silla los que no estéis muy puestos en esto de la programación) cuando uno pinchaba en un enlace, lo que el servidor devolvía no era html, sino xml que el navegador interpretaba gracias a librerías javascript, y modificaba el árbol DOM, cambiando el aspecto de la página visitada "al vuelo" y sin las molestas recargas de antaño.

Todo esto había cambiado la web para siempre, y lo que en su momento era cuestión de abrir un bloc de notas y empezar a escribir con un alegre "<html>" se había convertido en toda una locura de tecnologías, frameworks, capas, etiquetas descriptivas, xmls, y brozas varias que pocos podían entender, y los que querían mantenerse "al día" debían estar en constante reciclaje. En Java ya no había un dios que supiese por donde empezar, en .net salían versiones y versiones de sus frameworks, con cambios constantes, y un asp.net cada vez más complejo.

Stop! Si echamos la vista a atrás en este preciso momento, hace años explicarle a un chaval de doce años lo que era programar era relativamente sencillo. Con la programación orientada a objetos, todavía era más fácil hacerle entender las cosas, pues tomaban forma del mundo real, y ahora, en este punto, a mi no se me ocurre cómo explicarle lo que es una aplicación web, pues ni yo mismo comprendo cómo hemos llegado a esta ingente e indecente cantidad de capas de morralla y brozas que las aplicaciones web requieren para existir. Y no es cuestión de edad (por el chaval), no. Tampoco sabría ni remotamente cómo explicarle esto a mi padre. Doy fe.

Sigamos. Hayámonos en este punto, cuando llega Wired (la famosa revista) y un colgao con nombre de símbolo (antes creo que se llamaba Prince XDD) y dicen que "la web ha muerto", y otros blogs se hacen eco, lo critican, y opinan al respecto. No me extraña. ¡Esto ni es web ni es na! Resulta que ahora los dispositivos móviles son «los jefes», y en ellos lo que molan son las aplicaciones. Aplicaciones de escritorio que acceden a recursos en "la nube" y los traen a las diminutas pantallas de los teléfonos del personal. Aplicaciones que en muchos casos utilizan el protocolo http y una buena cantidad de capas de más broza para acceder a dicha información. Una vez más estamos retrocediendo al pasado, con tecnología de hoy, complicándolo todo para simplificarlo hasta que de nuevo sea tan complejo que haya que subir un nivel más, y volver a simplificar metiendo más broza.

Resulta que ahora la web ha muerto, pero muchas aplicaciones siguen usando webs para la capa de presentación, por lo que son webs embebidas en aplicaciones, un desastre ecotecnológico que sólo podrá ser superado por su futuro e incierto sucesor. Tanta capa hace que necesitemos ordenadores con 4Gb de RAM y teléfonos con micros de 1Ghz en los que podrían correr las aplicaciones más exigentes de PC de hace unos años.

Si a esto le añadimos la virtualización y sus "máquinas virtuales", que habitan dentro de máquinas físicas, y que permiten que sea posible llegar a perder la pista por completo a dónde se encuentra tal programa, tal fichero, o tal base de datos, apaga y vámonos.

Ahora resulta que la web ha muerto, y que las aplicaciones son el futuro. Mañana algún lumbreras se dará cuenta de que los App Stores, Markets, y demás lugares donde conseguir aplicaciones son un engorro, y los convertirán en sitios web donde adquirir las aplicaciones, y ejecutarlas en un escritorio virtual presentado en web (que hoy ya existen). Hasta el punto de encender el PC/teléfono, y encontrarnos con un navegador en BIOS que nos abra una página donde estará todo, en la nube, claro, arropado con tantas capas de broza que los programadores del futuro necesitarán una interfaz como la usada en Matrix para enseñar Kung Fu a Neo, para poder aprender a programar.

Llegará el día en el que llevemos en el bolsillo teléfonos con la capacidad de computación de los equipos del gran colisionador de hadrones del CERN, para poder ver nuestro correo, y alguien dirá: "la «ponga_aquí_el_nombre_de_tecnología_de_turno» ha muerto".

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¿De vuelta?

Varios meses nos separan de la última entrada que publiqué en el blog. Desde entonces han pasado un montón de cosas, buenas, malas, y regulares, y todos nos hemos hecho un poquito más viejunos.

En Febrero nació Marco, mi primer hijo, al que queremos con locura su madre y yo, y que tantas y tantas noches en vela nos ha proporcionado :) Después de los meses por fin empezamos a medio entender "cómo funciona" esto de los bebés, y él lo agradece. Ya duerme más, llora (un poco) menos y, si por él fuera, ya estaría caminando, pero sus piernas todavía son de chicle y no le dejan.

En otro orden de cosas, aeromodelissimo.es sigue en línea, con mucho esfuerzo y ganas de trabajar. Poco a poco va creciendo, generando satisfacciones y algún que otro dolor de espalda de tantas horas metidas.

Mi "otro trabajo" ha dado varios giros. Nos llenamos de gente en el equipo, me vi con el «culo al aire», echaron a todo el mundo, y aquí sigo, aguantando el tirón en un sitio que poco aporta salvo dinero, y en el que no parece haber nadie que sepa apreciar los valores de quienes ya están dentro, y se empeñan en buscar fuera. Un buen día este empleo sólo será uno más a recordar, como todos los demás en los que estuve. Lo único bueno que te llevas de las empresuchas en las que acabas trabajando son los compañeros. Al final siempre hay buena gente, (aunque aquí poquito han durado) y eso es lo que cuenta. En fin, para bien o para mal, a esta etapa laboral la denomino "Tiempo por dinero"...

Sigo conservando el hobby que más me ha enganchado (después de dormir): el aeromodelismo. Sigo arruinándome cada día con estos infernales molinillos a los que llaman helicópteros, con aviones que se empeñan en irse contra el suelo en lugar de planear, pero divirtiéndome como el niño pequeño que todavía soy.

En fin, intentaré actualizar más a menudo, aunque no puedo prometer nada. Donde hay tiempo no hay dinero, y donde hay dinero no hay tiempo...

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martes, diciembre 01, 2009

Exposición de pintura en Madrid

Si te gusta el arte, del 2 al 31 de diciembre en el Centro Socio Cultural Francisco Fatou (c/ Manuel Velez , 10, Villa de Vallecas, Madrid) estará accesible al público una exposición de pintura a cargo de Javier Guerrero Mansilla, donde mostrará su magnífica obra. Tengo la suerte de poder decir que uno de sus excelentes trabajos cuelga de una de las paredes de mi casa. ¡Seguro que os gustará!

Tenéis más información en la imagen que acompaña a este post. ¡Y no os perdáis su blog! En él tiene expuesta una gran parte de su obra.

¡Felicidades desde aquí por tu trabajo, Javier!

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